El domingo viviremos en el Estadio Olímpico
de Kiev la final de una nueva edición de la Eurocopa de naciones. Y para
nuestra selección será la tercera final consecutiva en los últimos tres
campeonatos internacionales, tras la Euro de 2008 y el Mundial de 2010. En esta
ocasión se percibe otro ambiente, de más confianza por parte de los jugadores,
pero no así de un cierto sector de la afición, tan exigente como siempre.
En mi opinión, el equipo de Vicente Del
Bosque está agotado físicamente, y ha sido el carácter competitivo de los
jugadores lo que ha hecho que el domingo podamos disfrutar de otra final más. Nadie
dijo que esto fuese a ser fácil, pero es cierto que ha habido falta de frescura
en el juego, y en algunos casos hemos sufrido más de la cuenta. Además, a
colación de lo que citaba anteriormente de la exigencia de la afición, se ha
acrecentado un debate, absurdo en mi opinión, acerca del nueve verdadero o
falso. Es cierto que algunas decisiones del seleccionador las podemos entender
mejor que otras, pero si algo ha conseguido Del Bosque es ganarse un crédito
(aunque acabado para unos) nunca visto anteriormente. No olvidemos que es la
persona que nos ha llevado a la consecución del único título mundial que se ha
conseguido. Herencia de Luís Aragonés, sí, pero su éxito no se ha basado
solamente en eso. Ha mejorado “lo inmejorable”, aportando juventud y adoptando
decisiones más o menos discutidas (doble pivote) pero que siempre han dado
resultado. Dejémosle hacer. Lo que hace Vicente bien está. Ya lo ha demostrado.
A ver si el lunes vamos a escuchar por las calles aquello que tan famoso se ha
hecho por Bilbao y media España, eso de ¡Del Bosque, karajo!
Centrándonos en el partido en sí, vamos a
analizar un poco a nuestro rival. Antes de comenzar el torneo todo el mundo
daba por hecho (hasta el mismo Platini) que el domingo iban a saltar al verde
los hombres de España y Alemania, en lo que hubiese sido otro capítulo más del
clásico de selecciones del último lustro. Pero el destino, que no la suerte,
quiso que la Eurocopa acabase para España tal y como empezó, midiéndonos contra
Italia. El equipo transalpino mereció llegar a donde ha llegado, dominando un
partido frente a Alemania que muy pocos podían prever. Italia no partía como
una de las favoritas al título, ni siquiera para los italianos. Pero es lo que
tienen los grandes, que por muy mal que estén siempre aparecen. E Italia lo ha
hecho además cambiando su clásico estilo de juego que tanto le ha
caracterizado, el famoso catenaccio
ha dado paso a un novedoso estilo de toque cuyo máximo exponente es la
selección que tutela Vicente Del Bosque. Quieren jugar, y lo hacen. Y si encima
el equipo tiene en su centro del campo a un hombre como Pirlo, el toque está
asegurado. Pirlo es el estandarte de esta selección, pero no hay que olvidar a
una defensa sólida, y a hombres como Cassano, Di Natale o el loco Balotelli, un genio que en la misma
jugada puede marcar un golazo y ser expulsado. Hay que tenerles respeto, pero nunca
miedo. Empatamos en el primer partido, sí. Pero España tiene recursos para
sacar el partido adelante. En el debut partimos con Fàbregas de falso 9, cosa
que se pueden esperar que repita. Y ahí es cuando salen a relucir nombres como
Fernando Llorente (que aún no ha debutado) o Pedro para despistar y llevarnos
el partido. Tenemos muchos recursos, y mucha ilusión. A ilusión no nos gana
nadie. Podemos ser la primera selección en lograr la triple corona de forma
consecutiva Eurocopa-Mundial-Eurocopa. Y lo vamos a lograr. Estoy convencido de
ello.
El domingo vamos a ir todos a una, defendiendo
los colores de un mismo equipo, portando una misma camiseta, ya sea en Madrid,
Bilbao, Barcelona o Tenerife, el domingo todos nos enfundaremos la zamarra
roja, y gritaremos al unísono durante noventa minutos aquello de ¡Vamos España!
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