Recuerdo
haber escuchado historias de familiares sobre la final de Los Ángeles 84.
Nuestra España llegó a la final, algo que ni el más optimista de los seguidores
podía creer, y se enfrentarían a la todopoderosa anfitriona en un partido que
casi no importaba. Lo importante no era competir la final, lo que realmente
importaba es que habíamos derrotado a la gran Yugoslavia por 74 - 61 y que
habíamos conseguido la plata olímpica. Jugaron dando el partido por perdido, lo
cual era normal, y Epi, Corbalán, Iturriaga y compañía se limitaron a disfrutar
de lo que era la mayor gesta del baloncesto español hasta la fecha. La final
acabó con un contundente 96 – 65 para EEUU. Pero se había dado el primer paso.
Gracias a esta selección, nuestros chicos que hoy nos dan tantas alegrías han
tenido un espejo en el que poder mirarse. Gracias a los hombres de Díaz Miguel
nos lo hemos creído, nos hemos creído que podíamos ganar.
Pasaron 24 años hasta que llegaron los JJOO de 2008, primera vez que se disputaban
en China, y la selección española de baloncesto llegaba como una de las máximas
favoritas al título (si no la máxima), aunque esta vez sí EEUU llegaba con un
equipo plagado de las estrellas de la NBA para recuperar el prestigio perdido a
nivel internacional. Y así comenzó el campeonato. España ganó a Grecia, China
(país anfitrión) y Alemania antes de perder por un abultado marcador ante EEUU,
por 37 puntos de diferencia. La moral española estaba intacta a pesar del
resultado, pero en España tenemos por costumbre llegar a la euforia máxima
cuando hay un par de resultados buenos, y al más absoluto pesimismo cuando hay
uno no tan bueno. Así somos. Pero los nuestros se resarcieron vapuleando a
Angola en el último partido del grupo, ganando por una ventaja de 48 puntos.
A partir de aquí todos comenzaron de cero.
Eran los cuartos de final, y había que tomárselo con calma. El equipo estaba
esperanzado de, esta vez sí, luchar por las medallas. La experiencia de Atenas
cuatro años atrás (donde habiendo ganado todos los partidos de grupo nos
enfrentamos en cuartos de final a EEUU, cayendo eliminados) hacía que nuestros
ÑBA se lo tomasen con cierta prudencia, pero con todo el optimismo del mundo.
Nuestro rival era Croacia, donde ganamos por 72 – 59, y en semifinales disputamos
un durísimo partido contra Lituania. Al final el combinado nacional se alzó con
la victoria por 91 – 86, y pusimos rumbo directo a la final. Teníamos la
medalla de plata asegurada, pero los chicos de Aíto querían más, no era
suficiente haber llegado a la final, ahora había que ganarla. Y el equipo
estaba convencido de que esta vez sí conseguirían el oro olímpico, de que se
podían resarcir de la derrota ante los americanos pocos días atrás, y de
cambiar la historia que los nuestros escribieron 24 años antes en Los Ángeles.
Era el día 24 de agosto. El Gimnasio Olímpico
de Pekín era el lugar. Y ÑBA vs NBA los protagonistas. Lo que, por mucho que lo
habíamos soñado, no podíamos alcanzar a imaginar era el espectáculo que
estábamos a punto de presenciar. España salía con Ricky, Navarro, Jiménez, Pau
y Felipe. EEUU con Kidd, Lebron, Bryant, Anthony y Howard. Todo listo para hacernos
disfrutar…
España decidió que tenía que jugar el mejor
partido de su historia, y Rudy y Pau fueron los primeros en ponerse manos a la
obra. El partido fue un poco un tira y afloja, si bien es cierto que el equipo
americano fue casi siempre por delante, aunque nuestra selección siempre se
sobreponía ante la adversidad cuando la diferencia en el marcador iba en
aumento (llegamos a ir perdiendo por 13 puntos). A falta de de ocho minutos
para el final, Rudy hizo levantar de sus asientos a los millones de españoles
que en ese momento estábamos viendo el partido con un triple que dejó
boquiabiertos a los estadounidenses. Nos situábamos a dos puntos, pero al final
la gloria fue para el equipo americano.
El resultado final fue de 107 – 118. España
entera bien podía estar orgullosa de sus chicos, aunque en el momento del final
todos estábamos indignados con la actuación arbitral. Es muy del aficionado
español culpar siempre a los árbitros cuando un resultado no es el deseado para
sus intereses, pero en este caso era diferente. Todo el mundo había visto como
los árbitros decidieron hacer la vista gorda y no pitar los pasos de salida de
EEUU. En cada había al menos un jugador que hacía pasos de salida, permitidos
en la NBA y prohibidos en el baloncesto FIBA (en los JJOO el baloncesto se rige
por normas FIBA). Y ahí residía nuestra indignación.
Ha sido la vez que más cerca hemos estado de
imponernos al Dream Team, y de
conseguir la medalla de oro olímpica. Pero podíamos estar orgullosos. Estábamos
orgullosos. Ni el más optimista podía pensar que el partido iba a transcurrir
de esa manera. Habíamos presenciado el mejor partido de la historia del
baloncesto en unos JJOO, y España era protagonista. Todo el mundo había sido
testigo del gran grupo que Aíto tenía entre manos, donde dos hombres destacaron
en esta final: uno fue Rudy, por el triple mencionado anteriormente y por el
mate que le hizo en la cara a Dwight Howard. Sin palabras. El otro, Ricky,
convirtiéndose en el medallista olímpico masculino más joven de la historia.
Ahí queda eso. Nunca antes un equipo estaba tan contento de conseguir la
medalla de plata, y menos tras perder un partido. Pero esto había sido
diferente. Por unos malditos pasos de salida no conseguimos el oro. Podíamos
estar satisfechos. Habíamos igualado la gesta de Los Ángeles, pero era
totalmente distinto. Por aquel entonces no había posibilidad alguna de ganar.
En Pekín, sin embargo, vivimos el mejor partido de la historia del baloncesto.
España había conseguido una plata bañada en oro.